Hoy cojo por Torneo y acabo en el centro comercial de Plaza de Armas. Me paso luego por Triana a ver si en una de estas consigo ya trabajo.
Estaba pensando yo en este mapa mental cuando me subí al C4 y el calor, que ya empezaba a apretar, me alejó de mi abstracción al encontrarme el autobús lleno de gente apretada, sudorosa y aportando a la escena ese olorcillo tan típico de los autobuses urbanos.
Nada más entrar, como es costumbre, la gente que entraba en vez de ir al fondo del vehículo en cuestión se amontaba en la entrada. Me hice un hueco donde pude: en el asiento reservado a través de una pegatina con icónos a embarazadas y personas mayores... Imagino lo que podréis llegar a pensar, pero esto era una cuestión de supervivencia y de adaptación al medio. Para contrarrestar importacia a mi mal obrar, abrí la ventanilla que tenía al lado. Aunque esto puede verse también como una cuestión de supervivencia.
A mi derecha estaba sentada una mujer de unos 45 años, morena y arreglada. Muy moderna, en apariencia, con su traje negro, a pesar del calor y sus complementos bien combinados. Llevaba unas gafas de sol muy oscuras que no me permitían verle los ojos. Por un momento pensé que estaba allí de incógnito, pero su atuendo era demasiado vistoso como para estar camuflada. De haber sido esa la causa de su presencia en el autobús se huviese vestido de otra forma, no sé... más al estilo de la mujer que estaba de pie a su lado, a la que pensé en ofrecerle mi asiento pero huviese sido demasiado molesto para el resto, ya que estabamos muy apretados y yo ya había causado bastante daño ocupando un asiento cuya pegatina pegada en el respaldo no me representaba en absoluto. La mujer a la que me refiero podría tener la misma edad que la anterior, pero vestía falda vaquera por debajo de la rodilla, camisa y rebeca. Esta era más sencilla, en apariencia.
La mujer de mi derecha me preguntó cómo llegar a Plaza de Armas. Ahí aprovechó la mujer sencilla para meterse en conversación, que fue quién se lo explicó sin dejarme abrir la boca. Tampoco me quejo de ello, porque fue la conversación de ambas mujeres lo que me tiene hoy aquí comprobando mis habilidades de escritora ( aunque quien debe juzgar, y juzga, es el público objetivo).
-Po mire usted se baja donde yo, que yo me bajo allí también.
- Ea! po mu bien...
Parece que la conversación ya ha cabado, cuando el autobús hace su primera parada. En el cristal de la misma hay un papel con la imagen de una chica desaparecida en la ciudad, que recientemente se sospechó que su ex novio fue el presunto asesino. Porque aunque la chica no ha aparecido aún, se piensa ya que ha muerto y empieza la justicia española ha buscar culpables. Aclarar aquí que la justicia es el valor cultural que se ideó en base a la necesidad de venganza de los humanos cuando se nos endolsa un mal. La justicia, pues, debería hacernos más cívicos o civilizados.
La mujer sencilla empieza la conversación.
-Hay que ver la que se está liando!
- Lo dice usted por lo de la niña ¿verdad?
- Sí, sí. Esta mañana mismo estaba en el bar de mi cuñá desayunando cuando ha llegao una mujer diciéndome que si le echaba una firma pa lo de la cadena perpetua...
- Si es que fíjese usted como están los juzgaos. To lo día un gentío allí dando un vocerío...
- ¿ Qué trabaja usted allí?
Supongo que la mujer sencilla preguntó esto por la forma de vestir de su interlocutora.
-No, no. Lo digo porque lo he visto en las noticias del Canal Sur.
- Claro, claro. Po a mi me parece eso una chavacanería y un arrabalerismo mu grande, porque una cosa le voy a decir: hay que sabe aguantar! Que no se puede i por ahí montando una esos escándalos. Y se lo digo como lo siento eh!, porque a mi esa niña me da mucha pena, pero yo también perdí un hijo de catorce años por un infarto y no voy formando jaleos por ahí. Hay que saber aguantar!
-Claro, claro que no se puede ir por ahí de esa manera, que eso es una vergüenza por dios!
- Ahí está! porque yo soy andaluza también y mu orgullosa que estoy, ¿pero esos escándalos? de eso ni hablar!!
- Claro!
La mujer sencilla, que está de pie se acerca un poco más a la otra y baja la voz, pero se escucha perfectamente lo que le está diciendo.
- Porque mire usted, mi hijo trabaja en el juzgao poque es fiscal y me ha dicho que no quiere ver una firma mía por ahí, que eso de la cadena perpetua es una tontería, que las leyes están mu bien escritas y el problema es que no las ejecutan.
- Eso la dicho a usted su hijo?
La mujer de las gafas de sol está interesada en la conversación, pero no sabe tanto como la mujer sencilla, que tiene un hijo fiscal.
Con voz más baja aún.
-Si señora, yo tengo un hijo fiscal que me ha dicho a mi eso. Porque la gente sólo habla paparruchás y que se hacen caso de lo que te dicen los medios na más y una tiene que sabe aguantar ¿sabe lo que le digo?
-Si, si..
- Po eso me ha dicho mi hijo, que los medios no tienen ni idea de na y que la gente hace y deshace según dispongan los medios.
Llegamos a Plaza de Armas y nos bajamos las tres, yo detrás de ellas dos. Sin darme cuenta me he convertido yo en la que va de incógnito. Las dos mujeres se despiden. Yo me dirijo al centro comercial ha dejar mi currículum en algún lugar donde vea que me pueden dar trabajo. Si lo consigo, estudiaré y trabajaré a la vez, aunque no sé yo si el periodismo tal y como se ve en la calle es una buena profesión...